sábado, 21 de abril de 2007

Aporte al foro 2

Saludos: Joffre Patricio Chamba Bravo
Es importante conocer el desarrollo de las nuevas tecnologías de la educación en los países desarrollados con un objetivo claro; mejorar el sistema educativo. Pero en los países en vías de desarrollo es diferente, los recursos son mínimos así como los maestros capacitados, por lo que la tecnología educativa es utilizada para disminuir la falta de recursos y de acceso a la educación como lo han hecho naciones como Brasil y México.

La transmisión de imágenes, el desarrollo de las computadoras, videos, CD-Roms, televisión Interactiva e Internet se dieron en los países industrializados, pero estaban preparados para ello porque contaban con sistemas educativos altamente innovadores, con profesores calificados y con recursos económicos para asumir estos proyectos. En los países subdesarrollados la realidad es otra, se hace un esfuerzo ingente por utilizar estas tecnologías que van a ayudar mucho a nuestros niños y jóvenes en el aprendizaje.

Varios estudios indican que las nuevas tecnologías educativas pueden generar fuertes y positivas mejoras. Por esta razón no sólo son los resultados una pálida imagen de lo que pro­metieron los proyectos piloto, sino que los costos por estudiante tienden a ser mucho mayores.

En los países ricos, los costos de la tecnología representan una fracción mucho menor de los costos educativos. Recordemos que una computadora en una escuela norteamericana cuesta, por mucho, sólo la mitad del costo estudiante/año, mientras que en los países en desarrollo cuesta diez veces más que mantener un estudiante en la escuela durante el mismo tiempo.

Sabemos que la tecnología nos ofrece en la actualidad muchos caminos altamente efectivos para mejorar el sistema enseñanza – aprendizaje, pero no todas estas propuestas son igualmente buenas o idóneas para todos los países del mundo. Las naciones ricas lo han implementado para mejorar su educación que sin duda era buena. Pero en el caso de los pueblos en vías de desarrollo su costo es demasiado elevado por lo que estamos limitados a los sistemas educativos caducos de siempre, pero sí deberíamos concentrarnos en ejecutar tecnológicas a bajo costo que lleguen a los estudiantes y lograr cambiar esquemas mentales de subdesarrollo que tanto nos tiene atados. Gracias

martes, 17 de abril de 2007

El día del Maestro

Día del Maestro



El 13 de Abril de cada año es una fecha donde recordamos al Maestro Ecuatoriano, no es un día cualquiera, es un alto en el tiempo, la ocasión propicia para reflexionar en nuestra naturaleza humana es la oportunidad que tenemos para evaluarnos y saber si la conciencia social puede mas que los instintos, o estos torpemente van mermando la espiritualidad de los seres humanos.

Esta celebración no tendría la misma importancia si no trajésemos al solio de la inmortalidad a maestros como; Juan Montalvo, Víctor Manuel Peñaherrera, González Suárez, Luis Felipe Borja entre otros.

Es deber de la comunidad exaltar la memoria de los ciudadanos que han dirigido a la niñez y juventud y han honrado a la patria; por su trabajo sacrificado y silencioso puesto al servicio de las generaciones. El profesorado es una de las fuerzas vivas y creadoras del Ecuador que han realizado obras de grandes dimensiones, a pesar de una constante escasez de medios. Es preciso reconocer que el maestro ecuatoriano a vivido una constante renovación espiritual siendo un guía en el acontecimiento nacional, poniéndose a tono con las nuevas corrientes pedagógicas para cumplir con mas eficiencia la tarea del apostolado. Maestro ... eres Luz del Pueblo.....

Adverbio

Adverbio

Es la parte de la oración que complementa, modifica, define o precisa el significado del verbo, del adjetivo, de otro adverbio o de una oración completa.

La gramática tradicional define al adverbio como un modificador del verbo, de un adjetivo o de otro adverbio, se trataría pues, de un modificador de modificadores. Algunos adverbios desempeñan la función de nexo entre oraciones.

Adverbios de lugar

Establecen como punto de referencia primario a los interlocutores del discurso y se relacionan con los demostrativos.

Establecen otros puntos de referencia que necesitan explicitarse en el discurso, admiten complemetación para precisar justamente el punto de referencia.

Pueden combinarse con preposiciones antepuestas para precisar más la ubicación o transmitir matices locativos y direccionales complejos.
Ejemplos:

Los libros están encima de la mesa.

El mercado está lejos de la casa.



Adverbios de tiempo

Sitúan la predicación en unas determinadas coordenadas temporales. El punto de referencia puede ser el momento del discurso o bien un punto distinto al momento del discurso.

Si el punto de referencia es distinto al del momento del discurso (el momento no es el de la comunicación, sino otro), se dice que las formas poseen valor inactual. Las formas inactuales son: antes, entonces, después (y equivalentes: anteriormente, posteriormente, luego...).
Ejemplos de formas inactuales:

Después iremos a comer.

Antes debemos hacer la tarea.

Las formas actuales indican simultaneidad o referencia de presente con respecto al momento del discurso. Las formas actuales son: ahora, ayer, hoy , mañana y anoche.
Ejemplos de formas actuales:

Ayer fui al cine.

Ella vendrá a la casa mañana.



Adverbios de modo

El término modo equivale a la manera de realizarse la acción o proceso. Los adverbios de modo describen circunstancias cualitativas, es decir, cómo se realiza la acción. A menudo proceden de los adjetivos calificativos.

La mayoría de ellos están formados sobre el femenino de los adjetivos calificativos a los que se une el sufijo –mente. Si el adjetivo no tiene morfema de género, derivan de la forma singular única.

Cierto número de adverbios de modo están constituidos por la forma misma del adjetivo, fijada en masculino singular.
Ejemplos:

Susana escribe lentamente la carta.

El perro corrió rápido hacia mí.



Adverbios de cantidad

La mayoría de estos adverbios presentan una forma idéntica a los pronombre indefinidos y los numerales correspondientes, y tienen un valor cuantitativo análogo.

Un corto número de adverbios relacionados con los numerales ordinales establecen relaciones de seriación.
Ejemplos:

Juan corre mucho.

El barril está casi lleno.



Adverbios relativos

Remiten a otros elementos del discurso. Al igual que los pronombres relativos, poseen una doble función:

a) Son nexos que introducen oraciones subordinadas.
b) Desempeñan una función sintáctica en el seno de estas oraciones. En el caso de los adverbios, la de complemento circunstancial de lugar, tiempo y modo.

De lugar: donde, adonde.
Ejemplos:

Esta es la casa donde vivo.

La terraza, adonde tú ya sabes.



De tiempo: cuándo.
Ejemplos:

En el momento cuando oigas el timbre, sales.

Estabas conmigo cuando la puerta se cerró.



De modo: como.
Ejemplo:

Lo hizo de la manera como le dije.



Adverbios interrogativos

Admiten uso interrogativo. En este caso se convierten en adverbios interrogativos. La forma es la misma, pero exigen tilde en la grafía.
Ejemplos:

Donde: ¿Dónde está el perro?

Cuando: ¿Cuándo llega?

Como: ¿Cómo lo has hecho?



Adverbios modalizadores

Se denominan así porque modifican a la oración o insiden sobre ésta. Tienen carácter autónomo y pueden constituir manifestaciones lingüisticas completas, equivalentes a oraciones.

Los adverbios oracionales se clasifican en:

De afirmación: Sí.
Ejemplo:

¿Tienes sueño?- Sí.

De negación: No.
Ejemplos:

¿Quieres trabajar?- No.



De duda: quiza, acaso, tal vez.
Ejemplos:

¿Te piensas casar conmigo? Tal vez.

Estos adverbios constituyen el medio de manifestar la actitud del hablante ante el enunciado.

Sustantivos

Clases de sustantivos según su significado.

Sustantivos comunes

Sustantivos propios

Nombran a todos los seres o cosas de la misma especie, sin distinguir entre ellos: río, niño, ciudad.

Nombran a un ser o cosa en particular, distinguiéndolo del resto: Guía, Telde, etc

Sustantivos concretos

Sustantivos abastractos

Desginan seres o cosas que podemos percibir por los sentidos: luz, aroma...

Designan realidades inmateriales, que sólo podemos percibir por la mente: amor, amistad...

Sustantivos contables

Sustantivos no contables

Nombran seres o cosas que se cuentan por unidades: persona, reloj...

Nombran seres o cosas que no se pueden contar por unidades, aunque se puedan medir o pesar: arena, vino...

Sustantivos individuales

Sustantivos colectivos

Desginan a un solo ser o cosa contable. Casi todos los nombres son individuales: libro, puerta...

Designan, en singular, a un grupo de seres o cosas contables. También se pueden usar en plural: pinar, ejercito....

Comunes o apelativos:

El sustantivo llamado ‘común’ o ‘apelativo’ es la categoría gramatical que expresa la pertenencia de las cosas a alguna clase. El nombre común nos dice sobre un objeto o una persona “qué es”. “El nombre común o apelativo es el que conviene a todos los individuos de una clase, especie o familia, significando su naturaleza o las cualidades de que gozan” (A. Bello). En lógica moderna, el nombre propio denota un individuo, mientras que el común denota un conjunto o una clase de individuos.

Propios:

Individualizan y señalan las características distintivas, al contrario que los comunes: Juan, Pedro, Isabel. El nombre propio es la categoría que distingue o identifica una cosa entre los demás elementos de su misma clase. El nombre propio nos dice cómo se llama una cosa o una persona.

Contables / discontinuos / discretos:

También llamados ‘discontinuos’ o ‘discretos’, designan cosas que no pueden dividirse sin dejar de ser lo que son (árbol, mesa). Sustantivos que hacen pensar en entidades como nociones discontinuas o discretas (casa, árbol). Una parte de “una silla” no es “una silla”. Los nombres contables admiten cuantificadores numerales (cuatro) e indefinidos (mucho): dos libros, pocos árboles, cuántos coches, demasiados problemas, bastantes sillas, tantas veces, cuántos coches, más ciudadanos.

Se pueden contar y medir (cuaderno, tenedor, electricista). Sólo los nombres contables poseen un verdadero plural.

«Utilizados en singular y sin determinante, los nombres contables no denotan singular o plural, sino que implican una referencia a las características propias de todos los seres o cosas que reciben ese nombre:

Se busca secretaria (= persona que reúna las cualidades de una secretaria)

De ahí que ningún nombre contable pueda funcionar como sujeto sin que previamente está cuantificado. Sería incorrecto decir:

*Pasa vaca.

*Viene coche.

Pero es adecuado:

Pasa una vaca. Viene un coche, etc.»

[Sarmiento/Sánchez: Gramática básica del español, p. 33]

«La oposición entre sustantivos contables y no contables se reduce en buena medida a la que existe entre los conceptos de ‘número’ y ‘cantidad’ y en último extremo se remite a la división aristotélica entre forma y materia.» [Bosque 1999: § 1.2.1]

«De hecho, una de las propiedades más sobresalientes del sistema nominal español, frente al de otras lenguas, es la facilidad con la que los sustantivos pasan de la clase de los continuos a la de los discontinuos, y viceversa. Son muchos los sustantivos ambiguos entre una interpretación y la otra, lo que el léxico debe sin duda prever.» [o, cit., § 1.2.3.3]

No contables / continuos / medibles / de materia:

También llamados ‘continuos’, ‘medibles’ y ‘de materia’. Nombres que categorizan las entidades como “materia”, “masa” o “sustancia” (arena, aire, basura). Denotan cosas que pueden dividirse hasta el infinito conservando su naturaleza y su nombre (agua, vino, oro, plata). Una parte de “un poco de agua” es también “un poco de agua”. Los nombres no contables no admiten cuantificadores numerales (cuatro) o en general multiplicativos (muchos), pero sí admiten cuantificadores indefinidos (mucho): poco tiempo, mucho arroz, demasiado esfuerzo, bastante arena, tanta paciencia, cuánta basura, más alegría, menos agua.

Los nombres no contables son nombres de materia: oro, trigo, oscuridad. Usados en plural tienen sólo valor expresivo: Trajimos los oros de las Américas.

«Los nombres no contables forman complementos preposicionales sin determinante. Tenemos, pues, la interpretación continua en Hecho con manzana y la discontinua en Hecho con una manzana. Los sintagmas nominales formados con nombres continuos sin determinante introducidos por la preposición de constituyen los llamados ‘complementos de materia’: pastal de manzana, cenicero de plata, nubes de algodón. [...] Los sustantivos no contables admiten cuantificadores indefinidos, pero no cardinales. La única manera de construir secuencias con muchas aguas, varias arenas o diez panes es recatogorizar esos sustantivos como contables. Esto significa que no pueden seguir siendo nombres de materia y aceptar cuantificación numérica, ya que no cuantificamos sobre clases de individuos sino sobre magnitudes.» [Bosque 1999: § 1.2.2]

«Siempre que utilizamos el número en cuantificaciones incontables no podemos referirnos a unidades distintas: en tal caso nos limitamos a subdividir en áreas semánticas diferenciadas la continuidad significada por el nombre:

Me gustan los vinos dulces (referencia a diversas clases de vino dentro del concepto general abarcado por el concepto “vino”).

Esta señora abunda en delicadezas (referencia a actos puntuales de delicadeza, dentro del área semántica cubierta por este nombre).

Si el nombre no es divisible o no es considerado por el hablante como subdividido en subáreas semánticas diferenciadas, no admite plural. Así, con la palabra frío, sería incorrecto decir:

*Hace muchos fríos (no cuantificable en subáreas semánticas).

Pero sería posible decir:

Los fríos del Norte son gélidos (cuantificado en unidades concretas, conocidas incluso con su nombre, participando de la unidad de significado propia de “frío”).

Los nombres no cuantificables en su significado singular pueden adoptar cuantificación en plural porque se aproximan o convierten en nombres concretos:

Había luz en la sala (no divisible ni cuantificable).

«Con los nombres colectivos se relacionan los nombres que designan cosas que, por formar series de multitud de unidades prácticamente imposibles de contar, imaginamos como si fuesen una materia continua: el trigo, la sal, el azúcar, el polvo. Estos nombres, lo mismo que los verdaderos nombres de materia (como el cemento, el agua, el gas, la madera), no se pueden emplear en plural sin que cambie más o menos su significado.»

«Relaciones entre continuos y colectivos. Límites de la distinción.

Muchos sustantivos continuos son antiguos neutros latinos. Así, leña deriva de ligna, que es el neutro plural de lignum (“leño”, “madero”). La palabra leña era, pues, en su origen, equivalente a leños, pero en la actualidad no es un sustantivo colectivo, sino continuo. Designa, por tanto, una materia y no un conjunto. Lo mismo sucede con fruta, derivado de fructa (antiguo plural de fructus), que tampoco se interpreta en la actualidad como colectivo, sino como continuo. Como hace notar Morreale, herramienta ha perdido ya el significado colectivo que compartió con osamenta, vestimenta y cornamenta, y de hecho, apenas puede usarse ya como nombre de materia (mucha herramienta), frento a lo que era normal hace unos años. Esta diferencia entre las materias y los conjuntos es esencial para distinguir los continuos de los colectivos. Decimos mucha leña o poca fruta como decimos mucha arena o poco aire, pero no decimos en cambio *mucho electorado, es decir no usamos mucho para cuantificar sobre los componentes de un grupo, sino para medir una cantidad. Es frecuente que conceptos relativamente próximos se categoricen lingüísticamente unas veces como continuos y otras como colectivos. Esta es, por ejemplo, la diferencia que existe entre ganado (continuo) y rebaño (colectivo), o entre tropa (continuo) y ejército (colectivo), independientemente del número de individuos que compongan esas entidades. Es, por tanto, el comportamiento de estos sustantivos lo que justifica la existencia de estas dos clases gramaticales diferentes.

La clase de los continuos es, en unos pocos casos, compatible con la de los colectivos. Los sustantivos familia, público y escolta, junto a otros como documentación o producción, son continuos (mucha familia, poco público, demasiada escolta, mucha documentación, poca producción), pero también son colectivos: todos aceptan con naturalidad el adjetivo numeroso, frente a lo que sucede con la mayor parte de los continuos: fruta, pelo, dinero, basura. Los componentes léxicos de los sustantivos continuos y colectivos pueden concebirse gramaticalmente, por tanto, como las partículas que caracterizan a los nombres de materia, o bien como las series de individuos que caracterizan a los colectivos. La lengua permite, pues, en estos casos una doble categorización.

Los continuos rechazan el adjetivo numeroso, frente a los colectivos (*pelo numeroso, *dinero numeroso, *fruta numerosa). Es interesante que muchos de los continuos acepten en cambio el adjetivo abundante: no sólo pelo, dinero, o fruta, sino también comida, suelo, basura, lluvia, aceite, saliva, público, tierra, munición, producción, documentación, información, y otros muchos sustantivos continuos, lo que nos confirma que la lengua distingue cuidadosamente entre los grupos y las materias, y que establece clases léxicas diferentes a partir de esa distinción. [...]

Son muchos los autores que han notado que la oposición ‘continuo’ / ‘discontinuo’ es un tipo de distinción análoga a las que se establecen en la gramática de del aspecto léxico o modo de acción [Aktionsart], aplicado en este caso a los nombres en lugar de a los verbos. [...] Los nombres de materia son continuos de una forma parecida a como los estados o las actividades lo son, y los contables son discontinuos en un sentido también próximo a como los predicados de logro y consecución denotan nociones puntuales.» [Bosque 1999: § 1.6.1]

Enumerables:

Cuando pluralizamos un sustantivo también lo podemos cuantificar con un mumeral (tres libros). Los sustantivos pluralizables (libros, años) pertenecen a la misma clase que los sustantivos cuantificables, sea con indefinidos (muchos libros) o con numerales (cuatro años). Existe, sin embargo, una serie sistemática de excepciones, que se suelen recoger con el término latino pluralia tantum (literalmente “plurales sólo”).

Individuales:

Cuando las nociones se perciben como entidades simples (soldado, árbol). Expresan una sola cosa singular: perro, pie.

Las relaciones anafóricas no distinguen los sustantivos individuales de los colectivos.

Colectivos:

Cuando las nociones se perciben como entidades múltiples (ejército, arboleda). Expresan conjuntos de seres semejantes, en singular: enjambra (pero no un conjunto organizado en una entidad superio, como colmena).

Los sustantivos colectivos designan en singular conjuntos de entidades, como familia o arboleda, mientras que los individuales, que son la mayoría, designan una sola entidad, como casa o árbol. Los sustantivos colectivos no son propiamente cuantificativos.

«A veces ocurre que deseamos nombrar a “varios” seres a los que vemos formando, entre otros, “una unidad”. Hacemos uso entonces de un nombre en singular que designa como una unidad ese conjunto de seres: el ejército (conjunto de soldados), la armada (conjunto de barcos de guerra), la familia (conjunto de personas unidas por parentesco), la muchedumbre (conjunto de muchas personas o cosas), la docena (conujunto de doce objetos), el par (conjunto de dos objetos), etc. Estos nombres que significan un “conjunto” que es visto como una “unidad” se llaman colectivos.» [Seco, Manuel: Gramática esencial del español. Madrid: Espasa-Calpe, ²1989, p. 156]

«Una de las confusiones más antiguas de la historia de la lingüística es la del signo con el objeto: las palabras con las realidades que designan. Si queremos dilucidar si determinados sustantivos son o no colectivos, no constituiría una estrategia apropiada el pensar si los objetos designados se componen o no de partes análogas o de componentes similares. Lo cierto, sin embargo, es que los gramáticos no parecen insistir demasiado en esa importante cuestión. [...] Dicho de otro modo, la clase gramatical de los nombres colectivos tiene sentido en tanto podamos mostrar que la gramática es sensible a ella.» [Bosque: 1999: § 1.4.2]

«El comportamiento gramatical de los nombres colectivos se asemeja al de los plurales en ciertos aspectos relativos a la selección léxica (adjetivos, verbos, adverbios y preposiciones), y también, aunque con gran variación, en lo relativo a la concordancia verbal. Por el contrario, los sustantivos colectivos no se comportan como los plurales en lo que respecta a las relaciones anafóricas y las cuantificativas, y en general a los aspectos de la sintaxis menos determinados por las relaciones léxicas.» [o. cit., § 1.4.3]

Para las relaciones entre continuos y colectivos. Límites de la distinción, ver: no contables.

Abstractos:

Nociones complejas que no se perciben como objetos físicos (verdad, belleza).

«Se dice tradicionalmente que son abstractos los nombres que designan seres que sólo se perciben por la inteligencia, y concretos, los nombres que designan objetos perceptibles por los sentidos. Ortega y Gasset propone otro criterio de distinción: son concretos los nombres de objetos independientes y abstractos, los de objetos no independientes, es decir, que necesitan apoyarse en algo para subsistir. Una mesa, un árbol, son objetos independientes; la blancura, la honradez, sólo existen abstrayéndolas de seres que las poseen. “Como los distintos grados de concreción y de abstracción corren sin interrupción de un extremo al otro, resulta que, por la misma naturaleza del asunto, es imposible trazar la división exacta entre los nombres concretos y los abstractos. «Sustantivos abstractos y concretos: una oposición conflictiva:

Pocas distinciones gramaticales resultan tan escurridizas como esta cuando se sale de los ejemplos más claros que cabe proponer para cada una de las dos clases. Existen serias dudas sobre si tiene sentido mantener propiamente la distinción, puesto que muchos indicios hacen pensar que la clasificación debe sustituirse por otras de abarque más específico. Paradójicamente, la noción de ‘nombre abstracto’ resulta poco concreta para ser aprehendida en los términos que la gramática pueda aceptar o comprender. [...] Todo parece indicar que la gramática no concede particular relevancia en sus esquemas formales a la clase específica de los sustantivos abstractos entendida como tal, es decir, como una división paralela a otros como ‘contable/no contable’ o ‘individual/colectivo’.» [Bosque 1999: § 1.5.1]

«Interpretaciones genéricas y referentes imaginarios: Se consideran a veces ‘abstractos’ los sustantivos de referente imaginario. Habrá quien sonsidere ‘concreto’ el sustantivo barco en el sintagma El barco que está atracado en el muelle, y ‘abstracto’ el uso del mismo sustantivo en El barco con el que soñé ayer nunca ha existido ni existirá, pero lo cierto es que la gramática no asigna a estas interpretaciones clases léxicas distintas. [...] Cuando decimos que El caballo es un cuadrúpedo no estamos tampoco usando caballo como “sustantivo abstracto”, sino interpretando el sintagma nominal el caballo con un valor genérico. La prueba más clara de que ni estas ni las anteriores constituyen clases léxicas de sustantivos la proporciona el simple hecho de que cualquier nombre puede recibir tales interpretaciones si se dan las condiciones sintácticas y semánticas adecuadas.

«Es antigua la idea, a mi entender muy bien encaminada, que sugiere que la división entre contables y no contables se cruza con la división entre concretos y abstractos. [...] La división entre concretos y abstractos es mucho menos central en el sistema gramatical que la división entre contables y no contables y que, de hecho, puede remitirse en parte a ella: tanto los continuos como los discontinuos pueden aludir a clases de objetos materiales e inmateriales, sin que esta diferencia tenga una manifestación especial.» [o. cit., § 1.5.2.3]

Concretos:

Nociones que designan entidades materiales (flor, casa). Ver: abstractos.

Genéricos:

Nombres genéricos son aquellos en los que no se hace referencia a objetos individuales, sino a clases de objetos.

«Genérico: Común a los elementos de un conjunto: ‘Árboles una palabra genérica que incluye al pino, al manzano, al cerezo y a otros.» [Diccionario didáctico de español. Intermedio. Madrid: Ediciones SM, 1993]

«Genérico: Que es común a muchas especies: bajo el título genérico de ejército se agrupan distintos cuerpos militares.» [VOX: Diccionario para la enseñanza de la lengua española. Universidad de Alcalá de Henares. Barcelona: Biblograf, 1995]

Cereal es un sustantivo genérico (frente a trigo, centeno, etc, que son sustantivos específicos). Con frecuencia hacemos uso de los nombres en singular para designar, no un solo individuo, sino en general todos los que constituyen la clase entera a la que conviene ese nombre: El alemán es más laborioso que el español; El perro es el mejor amigo del hombre.

Cereales: alimento elaborado con grano de cereales. Los niños desayunan leche con cereales.